ALGUNOS RINCONES DE MI PUEBLO
Tiene mi pueblo rincones
que son de mi vida, fraguas
donde fui forjando sueños
sobre el yunque de fe
con martillos de esperanza.
Siempre que voy a La Guardia
y me paso a visitar
las bellas fraguas que fueron
aquella Punta del Cerro,
la Calle Mayor y la Calle Calatrava,
las Campanas y mi Casa,
las Cercas y La Picota,
la “Fuente”, y la Glorieta y la Plaza,
la nostalgia allí se encuentra,
sobre estantes de recuerdos,
los sueños que yo forjé
y que tan solo dormitan
a la espera de oír mi voz,
única que les despierta,
para mostrarse ante mí.
tal y como los labré
sobre el yunque de la fe
y a martillo de esperanza.
TOLEDO, CUANDO TE DIGAN QUE HE MUERTO.
A ver, levanta tu cara.
Mira, mírame a los ojos.
¡Estás triste! No, no y no.
Esbózame una sonrisa.
Sí, esa, así quiero verte siempre.
Quiero que vivas alegre.
Quiero que seas feliz.
Quiero que pienses y sientas
Que siempre estaré contigo
Y nunca voy a morir.
Cuando un día la campana
La sientas encomendar.
Y preguntes: “¿Quién se ha muerto?”.
Si te dicen que soy yo,
No les creas, pues, Teodoro,
Teo, como tú le llamas,
El que piensa, el que siente,
El que ama, ese jamás morirá.
Por lo que harán funeral
Y tañerán las campanas
Será por un cuerpo ajado
Que de la tierra emergió
A un soplo del Creador
Y que a la tierra devuelven
Para que torne a ser tierra
Y recupere su ser.
Entonces,
Cuando ya no puedas verme
En este cuerpo mortal,
Si vas a Toledo un día
Me sentirás junto a ti
Para compartir contigo
El Toledo que viví
Y llorarás de emoción
Cuando sientas que mi voz
Así le canta a Toledo
Solo, solo para ti.
Toledo del cigarral,
De Marañón y de Bécquer,
De Garcilaso y Cervantes.
Regazo que recibió
Las tres culturas de un Dios.
Toledo, símbolo de libertad,
Que al caminante le muestras
Siempre tus puertas abiertas:
La de Valmardón, Bisagra,
La de los Alarcones,
La del Cabrón y del Sol.
Toledo, la de la espada de acero,
La artística filigrana,
La de místicos, la de poetas,
La del gótico y mudéjar,
La que por sus hondas calles
Aún puede oírse las voces
De juglares recitando
Sus incontables leyendas.
Toledo, la que le gusta sentir
El húmedo abrazo del Tajo
Y mirarse reflejada
En sus cristalinas aguas
De San Martín hasta Alcántara.
Toledo, fuente de mi inspiración,
La que me tiene hechizado,
A la que, como el amante fiel,
Acudo cuando me llama
A gozar de sus favores,
Y, tras gozarla, regreso
Satisfecho por un tiempo
De mi pasión por el arte,
Por la historia y del perfume de ayer
Que respiro por sus calles.
MADRID
Aquella tarde,
a la hora del crepúsculo,
cuando el cielo yo miraba,
vi como el día y la noche
una batalla libraban.
La noche, con su negrura empujaba.
El día, con tenue luz la paraba.
Gritaba el día: ¡no me canso de mirarte!
Y la noche: ¡yo muero por abrazarte!
Terció la ley natural
que sentenciando les dijo
que la luz y la tiniebla
no pueden ir a la par.
Al escuchar la sentencia
la noche al día emplazó
a la postrera batalla.
En el fragor de la lucha
tiró de la luz la noche,
el día de la oscuridad
y el cielo como es tan frágil,
por ti, Madrid,
se rompió como el cristal.
ASTURIAS, SI YO SUPIERA CANTARTE.
Asturias, si yo supiera cantarte...
¡Hay!, ¡Santina de Covadonga!
Cantaría… a tu luz en ciertos días.
A las bellas esmeraldas
que son tus marinas aguas.
A la fina arena de tus playas.
A tu caliza escarpada,
que al ponerse el sol,
torna su blanco en naranja.
Y a tus mil tonos de verde
desde el mar a la montaña
Si yo supiera cantarte…
¡Hay, Asturias!...
La voz que el cielo me dió
quisiera que la escuchara
del guaje que está en el valle,
al pastor, que en la montaña,
con su perro, con su zurrón y su vara,
cuida y apacienta cabras,
las ovejas y las vacas,
allá arriba por las Bobias,
por Comella, por Espinas,
por Ario y por Soñin,
o ya, muy cerquita de Los Lagos,
en esa hermosa majada
con apriscos y cabañas
por la vega de Belbin.
¡Hay, Asturias, si yo supiera cantarte!
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